lunes, 1 de marzo de 2010

Nota sobre las notas de Carlos Cardani en Raso

Raso es un texto descriptivo que carece de imágenes evocadoras. No hay búsqueda de lenguaje poético, es un texto plano como una nota periodística. Si se le cambia la disposición a sus frases, forzadamente versificadas, generaríamos una apreciación crítica del Servicio Militar Obligatorio chileno. No se introduce, ni introduce a la experiencia, poéticamente hablando.

Es epidérmico, por muy "experiencial" que sea, puesto que el autor alardea de su paso por el Servicio Militar Obligatorio. Aún así, leemos su incapacidad de asir el tema que propone.

Sin ningún pudor llena y rellena hojas. En sus demasiadas y prescindibles páginas, no resuelve lo que en una sola perpetra felizmente J. L. Martínez en LA NUEVA NOVELA.

Martínez adhiere una bandera chilena de papel al "EPÍGRAFE PARA UN LIBRO CONDENADO: LA POLÍTICA" [ ]“El padre y la madre no tienen el derecho de la muerte sobre sus hijos, pero la patria, nuestra segunda madre, puede inmolarlos para la inmensa gloria de los hombres políticos” F. Picabia. Podemos relacionar lo ejecutado por J. L. M. honrosamente con“Dulce et decorum est” de Wilfred Owen. Relación que desafortunadamente, realiza, de buena fe, Soledad Fariña con Raso. Evidentemente Soledad ignora la calidad de poeta-impostor e infiltrado de Carlos Cardani. Este libro, el de Cardani, carente de ritmo interior/exterior, es a lo sumo una precaria bitácora de experiencias, a ratos cercana a la crónica, pero más cercana al diario de vida que, probablemente, todo conscripto atesora bajo el colchón de su litera.



Muestra de las dos mejores notas del libro Raso



La primera visión del regimiento es terrible

Unas pequeñas islas construidas que tienen al desierto de patio

Con paredones como frontera, con centinelas por aduana

A la distancia polvorines, polígonos de tiro

Garajes que esconden mowarg, fusiles, artillería pesada

Y entre ellos escuadras, compañías marchando, cantando canciones de trinchera

Los voluntarios parecen extasiados, quieren un arma en las manos

Miran y sonríen al saber que desde hoy serán soldados

Los otros sólo sienten resigno, sólo sienten miedo

A la vida civil que se trunca, a la disciplina marcial que comienza



Coronel Bolognesi



Desde el barranco del morro se nos cuenta la historia de Bolognesi

Clavadista jinete que hunde su vida, su caballo, su bandera

Un último salto tras el galope prefiriendo entregarse al mar que al invasor

Según mi capitán un cholo maricón que no supo morir con honor

Que vio a las huestes chilenas, a la muerte de frente y tuvo miedo

Un soldado cobarde que no supo dar la vida si fuese necesario



Para desintoxicarnos un poco les dejo el poema de Owen


Dulce et Decorum Est

Bent double, like old beggars under sacks,
Knock-kneed, coughing like hags, we cursed through sludge,
Till on the haunting flares we turned out backs,
And towards our distant rest began to trudge.
Men marched asleep. Many had lost their boots,
But limped on, blood-shod. All went lame, all blind;
Drunk with fatigue; deaf even to the hoots
Of gas-shells dropping softly behind.

Gas! GAS! Quick, boys! - An ecstasy of fumbling
Fitting the clumsy helmets just in time,
But someone still was yelling out and stumbling
And flound'ring like a man in fire or lime. -
Dim through the misty panes and thick green light,
As under a green sea, I saw him drowning.

In all my dreams before my helpless sight
He plunges at me, guttering, choking, drowning.

If in some smothering dreams, you too could pace
Behind the wagon that we flung him in,
And watch the white eyes writhing in his face,
His hanging face, like a devil's sick of sin,
If you could hear, at every jolt, the blood
Come gargling from the froth-corrupted lungs
Bitter as the cud
Of vile, incurable sores on innocent tongues, -
My friend, you would not tell with such high zest
To children ardent for some desperate glory,
The old Lie: Dulce et decorum est
Pro patria mori.





Dulce et Decorum Est


Encorvados, como rancios mendigos bajo sus harapos,
Cojeando, con tos de bruja, cruzando el maldito lodo.
Alumbraron bengalas, nos volteamos.
Afanosamente dirigimos los pasos hacia nuestro lejano puesto.

Marchaban dormidos. Habían perdido sus botas,
Iban sobre zapatos de sangre. Cojos y ciegos;
Bebidos de fatiga, sordos hasta del silbido de las balas
que los cansados calibre 5.9 disparaban a nuestra espalda.


“¡Gas, GAS! ¡Rápido, muchachos!”; desconcertados,
Nos pusimos a tiempo las mascaras;
Alguien grita y se tropieza
Se retorcía, se ahogaba en cal viva…
Detrás de mis cristales, borroso le veía entre la luz verde,
Le vi ahogarse en un mar verde.


Siempre aparece en mis sueños,
Lo veo caer, agónico, sin aire.


Cuando en un vívido sueño
Nos acompañes junto a su carreta,
Veas mover sus ojos blancos
Su rostro ido, como endemoniado
Si logras escuchar a cada traqueteo
Gorgotear su sangre, manado de sus pulmones,
Veras el repugnante cáncer, el nauseabundo vómito
Horrorosas e incurables llagas en lenguas inocentes.
-Amigo mío, no volverás a decir altisonante
A los briosos jóvenes que buscan la gloria
La antigua mentira: “Dulce et decorum est

Pro patria mori”.

(Trad. libre de A. S-M)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.